domingo, 24 de febrero de 2019

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Con el reloj de arena, cuya duración era de cuatro minutos con treinta y tres segundos, el tiempo necesario para realizar el intercambio o el proceso de la transmigración, cuando un alma cruza hacia el otro cuerpo sin interferencias, mientras ambos se miraban profundamente para poder concentrarse. El ritual de ambos era agarrarse fuerte los brazos (la izquierda de él, la derecha de ella) y con la mano libre, mientras Henri llevaba una esfera de oro puro, en cuyo interior alojaba un cristal rosa, Julia sostenía una esfera de plata con un cuarzo blanco, para potenciar el trabajo de la transmigración. Una tela roja cubría la unión de ambas manos que estaban juntas. 

Había que tomar las previsiones del ritual, que exigía que no hubiera animales cerca, ya que suelen alimentarse de ciertas energías (como es el caso de gatos y canarios, entre otros). Las ventanas debían estar cerradas, de ser posibles que se usaran cortinas blackout o que no dejaran pasar la luz. También los espejos: debían estar cubiertos de tela negra, para impedir que se abran portales mientras duraba la transición de la transmigración.

De igual forma, no debía haber cruces ni símbolos religiosos cerca. Mucho menos un rosario, un denario o una estampa dedicado a un santo en particular. Tampoco debía haber plantas en maceta cerca, como cactus, geranios o hiedras. Todas las puertas debían estar cerradas.

Luego de todas estas precauciones por anticipado, había que hacer el rezo a la vez, que era la invocación a los Espíritus Guías, a los Avatares y Maestros Ascendidos para permitir el proceso de la transmigración sin mayor problema. Luego que dejara de chorrear la arena en el reloj, cada uno se tomaba un tiempo prudencial para reconocer el "nuevo cuerpo" y adecuarse, acostumbrarse a sus nuevas formas y poco a poco recuperar el habla (en un tono distinto), el caminar (también con cambios, con la tenue escoliosis de Julia), la constante movilidad de las manos y la necesidad de verse ante un espejo para sentir el "nuevo cuerpo".

Sobre rituales, hay muchos y variados. Si quieres iniciarte con un pequeño vuelo astral, para el cual estarás bajo tu propia responsabilidad, toma atención de estos pasos, que recomienda el maestro Moida.

Coloca tres vasos de agua debajo de tu cama o de una tarima (que es lo más recomendado, para que no te gane el sueño en la blandura de una cama) y repetir un mantra, en voz alta, que puede ser RAM, o el OHR (o uno a tu elección). Repítelo varias veces, pero luego concentrando en tus pies, y mentalizando como asciende una luz blanca que reposa en tus pies. Repite nuevamente el mantra, ahora focalizando esa luz blanca imaginaria en tu plexo solar o donde está ubicado tu esternón. Por último, repite otras veces en tu "tianmu" o tercer ojo, que viene a ser el entrecejo, también con la luz blanca. Sentirás un estado de somnolencia, para el cual deberás estar alerta: si te duermes, no te frustres. Inténtalo al día siguiente, así hasta agarrar dominio de poder "estar despierto" mientras sientes que tu cuerpo se duerme. Una vez que has logrado eso (lo cual no será fácil a la primera, sino luego de varios intentos), visualiza el agua como una protección y a la vez potenciador del vuelo astral que hagas. No es fácil llegar a ese convencimiento, pero con la práctica seguida y con una voluntad constante, lograrás el objetivo. Después de unas semanas, sentirás que podrás zafar de tu cuerpo en reposo y estarás saliendo al astral. Cuando estés en ese estado, podrás hacer cualquier viaje astral hacia algún destino en particular: conocer algunas ciudades europeas, visitar islas paradisíacas, castillos derrumbados, ruinas arquitectónicas o el mundo entero sin necesidad de gastar en pasaporte y pasajes.

Con la práctica, el vuelo astral se vuelve una costumbre distinta a la cual no hay que tenerle miedo, siempre y cuando estés protegido por la visualización de la luz plateada o el color del plexo solar, generalmente luz amarilla. La respiración, en todo este proceso, es muy importante. Una respiración prolongada y pausada es mucho mejor que entrar en hiperventilación y arruinar todo este ejercicio.

No se trata de un ritual, pero sí un ejercicio focalizado, para concentrarse mejor, que nos explica Míster Marchal.

Cuando se está con sueño, procurar acostarse boca arriba, pero con la idea fija que no se debe apagar la "atención" de todo lo que sucede mientras se va quedando dormido. No es fácil lograr esto, pero el ejercicio en sí es lograr estar con la conciencia activa, de tratar de darse cuenta de lo que va sucediendo, a medida que el sueño va haciendo de las suyas. Lo ideal es no pensar en nada, tan solo fijarse en lo que sucede, sentirse un observador hasta lograr percibir el zumbido. Si logras percibir el zumbido, y esto es lo más importante, deberás "deslizarte" y salir de tu cuerpo, para hacer una proyección astral, que es quedarte cerca de tu cuerpo en reposo. Si te dejas arrastrar por el zumbido, te quedarás dormido y de nuevo tendrás que intentar todo desde el principio.

Aunque a veces pasa que si te dejas llevar por el zumbido, algunos lo describen como una manga plateada que cubre todo el cuerpo y te hace soñar, puedes empezar a modificar a tus anchas cualquier sueño que tengas y lo puedes convertir en un sueño lúcido. Se aprende mucho estando despierto en medio de un sueño, incluso puedes pedir hablar con entidades o maestros ascendidos que se te presentarán, aunque es algo limitado (no es lo mismo un sueño que un vuelo astral). Lo importante es mantenerse focalizado y vencer la resistencia de uno mismo de quedarse dormido. Poco a poco se irá venciendo esa resistencia.


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