miércoles, 13 de marzo de 2019

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¿Quién eres, Sabinarrosa? ¿Quién eres tú? ¿Qué representas bajo la carta de La inspiración? ¿A quién le debes, a quién rendirle pleitesía mediante la aparición de una entidad luego de hacer la tirada de las cartas? Cincuenta y dos, diecinueve, cuarenta y tres, veintitrés y catorce. ¿Quién eres? Los números no engañan, no es la lotería, pero fue la llave de la invocación para que se te presentara a pocos pasos de ti, eso que no era el ectoplasma de un fantasma, sino algo más sólido, más denso que el humo de incienso. Era ella. La representación de la carta de La Inspiración. Lo que esperabas desde hace meses, Sabinarrosa. El contacto con un aliado, con una entidad del astral. Pero ella no venía de esos lares. Su presencia era sólida y nítida. Dos minutos de silencio absoluto. Apenas si se miraban. Tú, Sabinarrosa, no sabías qué hacer luego de haberla invocado. Parecías uno de los tantos alumnos del profesor Jaún Weori: hacen demostración y gala de sus ciencias esotéricas, pero luego se olvidan para qué las realizan o por qué invocaron a un maestro ascendido, con las justas decirle hola, quedando en el completo ridículo. No eres tú, Sabinarrosa. Era ella. No se asemejaba a una hurí y mucho menos a una efrit. Dos minutos que se hicieron eternos, hasta que ella decidió llevar la voz cantarina. Quizás viera tu aura o lo que fuera, Sabinarrosa, que por fin te hablara, cual si ella, envalentonada, te invitara a bailar. No, ella solo sonríe. Pero tú la escuchas. ¿Telepatía, fuerte y claro? ¿Lenguaje mediúmnico no gestual? ¿Se mandaba al carajo la semiótica entera de Saussure esto de hablar sin usar las cuerdas vocales, el referente se hacía trizas contra la idea causal y no había emisor-receptor-canal y otras candilejas que se aprenden en una sesión olvidada de lingüística? Pero, ¿con quién tratas Sabinarrosa, y te gusta estar en problemas, siempre? 52-49-43-64-66. El día y la hora es lo de menos, más importan los hechos, lo que se desencadena hacia atrás, como los pasos de un cangrejo, que, mirando el futuro, avanza hacia el pasado. Acá olvídate de los designios de los dioses y el destino: a quien invocaste se sale de toda explicación lógica. Pregunta del momento: ¿por qué no se refleja ella en el gran espejo que tienes a un lado de la sala?

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