miércoles, 13 de marzo de 2019

1

¿Quién eres, Sabinarrosa? ¿Quién eres tú? ¿Qué representas bajo la carta de La inspiración? ¿A quién le debes, a quién rendirle pleitesía mediante la aparición de una entidad luego de hacer la tirada de las cartas? Cincuenta y dos, diecinueve, cuarenta y tres, veintitrés y catorce. ¿Quién eres? Los números no engañan, no es la lotería, pero fue la llave de la invocación para que se te presentara a pocos pasos de ti, eso que no era el ectoplasma de un fantasma, sino algo más sólido, más denso que el humo de incienso. Era ella. La representación de la carta de La Inspiración. Lo que esperabas desde hace meses, Sabinarrosa. El contacto con un aliado, con una entidad del astral. Pero ella no venía de esos lares. Su presencia era sólida y nítida. Dos minutos de silencio absoluto. Apenas si se miraban. Tú, Sabinarrosa, no sabías qué hacer luego de haberla invocado. Parecías uno de los tantos alumnos del profesor Jaún Weori: hacen demostración y gala de sus ciencias esotéricas, pero luego se olvidan para qué las realizan o por qué invocaron a un maestro ascendido, con las justas decirle hola, quedando en el completo ridículo. No eres tú, Sabinarrosa. Era ella. No se asemejaba a una hurí y mucho menos a una efrit. Dos minutos que se hicieron eternos, hasta que ella decidió llevar la voz cantarina. Quizás viera tu aura o lo que fuera, Sabinarrosa, que por fin te hablara, cual si ella, envalentonada, te invitara a bailar. No, ella solo sonríe. Pero tú la escuchas. ¿Telepatía, fuerte y claro? ¿Lenguaje mediúmnico no gestual? ¿Se mandaba al carajo la semiótica entera de Saussure esto de hablar sin usar las cuerdas vocales, el referente se hacía trizas contra la idea causal y no había emisor-receptor-canal y otras candilejas que se aprenden en una sesión olvidada de lingüística? Pero, ¿con quién tratas Sabinarrosa, y te gusta estar en problemas, siempre? 52-49-43-64-66. El día y la hora es lo de menos, más importan los hechos, lo que se desencadena hacia atrás, como los pasos de un cangrejo, que, mirando el futuro, avanza hacia el pasado. Acá olvídate de los designios de los dioses y el destino: a quien invocaste se sale de toda explicación lógica. Pregunta del momento: ¿por qué no se refleja ella en el gran espejo que tienes a un lado de la sala?

martes, 12 de marzo de 2019

2

Su nombre era difícil de pronunciar, la aproximación era un sonido similar a Surimi, Nurimi. Sabinarrosa se quedaba en silencio, la contemplaba, se daba cuenta que ella le intimidaba desde que se presentara en su sala, donde solía hacer sus estudios esotéricos. Tantas preguntas que se le ocurrirían al toparse con una entidad, se prometía llegar a la verdad absoluta o a la verdad profunda. Cuando por fin, luego de tanto tiempo invocando una otra vez, tuvo la oportunidad de verla aparecer tras una tenue y fugaz humareda, se quedó en blanco, sin ganas de preguntar. Toda respuesta ya la sabría de antemano, no valía la pena hacer preguntas fútiles que incomodaran su presencia. Creía estar en un umbral donde no había nada para decir sino solo contemplarla, estar en paz al lado de esa entidad.  

Pero una entidad también se desespera, si ha sido invocada es para ser de utilidad en algo, para revelarle los misterios profundos que esconde este vasto universo. Un diálogo mudo no conduce a nada, si no hay un propósito firme cuando se invoca energías, fuera de toda explicación que rompe con la física demostrable. Nurimi, o Surimi, rompió la barrera del silencio y le introdujo a un diálogo mediúmnico o telepático. La conversación fue más fluida, sin restricciones de gestos corporales y medias verdades que uno mantiene en salvaguarda, cuando habla con otro ser humano. Sabinarrosa, si bien era un novato conversando con una diosa, era muy versado en temas desconocidos y eruditos, por encima de un alumno de la escuela de Jaún Weori. No hablaban con palabras, sino con ideas. Las imágenes que compartía la diosa a veces formaba picos de excesiva información para Sabinarrosa, que, de no saber regular su respiración, haciéndola profunda (aprendiz de meditación yoga), pudo sentir náuseas o vomitar, como sucede en toda mareación.   

Surimi percibió eso y decidió salir de su mente. Sabinarrosa controló más su respiración, estuvo al borde de un ataque de pánico. Se paró y tomó agua de una jarra. La escuchó. Surimi también hablaba. Su voz era cantarina y afinada, agradable. Se acercó a la mesa donde tenía extendidas las cartas del tarot egipcio. Se sorprendió al ver que casi toda su familia estaba retratada en esas láminas coloridas, algunos con sus nombres mal escritos. Sabinarrosa le explicó todo el lento proceso de creación del tarot egipcio, que partía desde las láminas del tarocchino, pasando por el de Marsella de Camoin, revisado por Eliphas Levy, quien creó el tarot de los bohemios incluyendo símbolos judíos, o el tarot de Rider-Waite, con una simbología distinta al de Marsella y se sigue usando hasta la actualidad, entre otros, hasta llegar al que publicara la editorial Kier de Argentina, cuya autoría es aún desconcertante y desconocida, por elaborar el tarot definitivo y más completo. Sabinarrosa le explicó que mediante el tarot se predecía el futuro. 

¿Predecir el futuro? Es poca cosa, reaccionó Surimi. Le dijo que no tenía sentido que su familia apareciera en esas ridículas láminas, siendo ella la hermana menor de Ma'at. Ella cambiaría el curso del destino. Sin despedirse, se desvaneció de un momento a otro. Sabinarrosa se quedó intrigado, no pudo sonsacarle más información de aquel primer encuentro con Surimi. Estaba solo. Pero le asaltaban las dudas. ¿Era ella una divinidad tal como se anunció? ¿Quién era Ma'at? ¿Qué quiso decir con lo de cambiar el destino? ¿De donde vendría ella? 

lunes, 11 de marzo de 2019

3

Encarnación Sabinarrosa publicaría en 1957 un cuadernillo escueto sobre las prácticas intensas y vividas en la proyección astral. Un cuadernillo que fue replicado (sin permiso del autor), traducido al francés por Jeuyle y divulgado (sin el derecho de pago respectivo por propiedad intelectual) en varias bibliotecas personales que congregaban material esotérico. Sabinarrosa, al comprender que dicho cuadernillo no levantaba suspicacias en Montevideo ni en el reducido círculo académico en que se desenvolvía, se desentendió del tema y se dedicó de lleno al estudio del tarot (egipcio) y hacer una comparación hermenéutica con la baraja española. Sus conclusiones eran evidentes: una mayor simbología se concentraba y encontraba refugio en los 22 arcanos mayores, en tanto que en los restantes 56 arcanos menores, eran secuencialidades, detalles expresos o reflejos de espejo debidos a los arcanos mayores. 

El tarot egipcio era una réplica del tarot de Marsella que se creía perdido (Janowsky y Acosta lo rescatarían para la posteridad, allá en la década de los 90s, luego de un sesudo estudio detallado sobre todos sus símbolos, encontrados durante la restauración digital de cada arcano). Del tarot egipcio original, no se tendría noticias de cómo era; la reproducida por la editorial Kier era apenas una recreación, una idealización sobre la de Marsella, una evolución de la entregada por R. Falconnier a sus adeptos, quien decía que estaba basada directamente del "Libro de Thot", el precursor de lo que hoy en día lo conocemos como tarot (su origen sigue incierto). En cuanto al de Marsella, se conoce desde el siglo XI una copia, el cual se la ha considerado como una fuente recurrente que prevalece hasta hoy en día (aunque un historiador de arte italiano quiere reconocer, a toda costa, del origen primigenio del tarot como cosa italiana y no francesa o de otra denominación de origen).

Sabinarrosa no quería terminar como su idolatrado Fulcanelli, el esotérico misterioso que apenas pergueñó dos libros. Es más, no quería ser un desconocido Fulcanelli, ad portas de lo que se avecinaba: la era de Acuario, donde la sabiduría del Himalaya, de madame Blavatsky y de todos los grupos esotéricos, se desplazaban geomagnéticamente hacia los Andes, en el continente sudamericano, donde confluirían las fuerzas energéticas del Cóndor y el Halcón, el cual se irían concentrando ambas energías que requerirían un ritual de curación a principios del siglo XXI. La gran cicatriz, que representaba el Canal de Panamá, ese tajo antinatural practicado a un gran continente, debía ser sanado por los shamanes, aquellos hombres de gran sabiduría de la naturaleza, tanto del norte como del sur, para lidiar con los rituales de ambos lados y hacer fluir la inmensa energía concentrada. Sería una cita sin precedentes, para ese entonces.

A Sabinarrosa le fastidiaba un tema en esencial: cómo era que el Tarot Egipcio estuviera cargado de mayor simbolismo y elementos a tres niveles distintos integrados en una misma lámina, a diferencia del tarot de Marsella, que apenas tenía un solo nivel semiológico. Ahondando en un libro de Acosta, se topó con otro tema, ligeramente alejado del tarot, que quizás no tuviera nada que ver y estaba ahí por puro relleno (como suele pasar con el 90% de las monografías dedicadas al esoterismo poco serio y sin una base de estudio). Lo de la muerte del arquitecto Hiram, a cargo de dos o tres ineptos y brutos obreros (llamados Jubelo, Jubela y Jubelón), no se debía exclusivamente a costa de no develar un secreto iniciático. Sabinarrosa se había soplado hacía unos meses atrás, dos mamotretos que querían asegurar que la masonería tenía orígenes egipcios, cuando eso no es así, por más que quieran retorcer el sentido de cada estudio monográfico que surge con ese título. La muerte de Hiram siempre tenía un ápice de absurdo y de sin sentido. ¿Por qué matar a un hombre sabio, si estaba en medio de la construcción del templo? ¿Qué otra cosa pasó, que no lo cuentan en cada monografía (pese a sus yerros) que sale publicada o reseñada en el Magister Reviews, que hace parecer una historia muy tonta, acaso un cuento griego para niños? 

Sabinarrosa se encontraba estudiando el capítulo dedicado a la Papisa (Jean o Johannem faeminam) cuando un texto salvaje apareció: la muerte absurda de Hiram tenía una explicación si es que se lo retomaba desde lo sentimental. Bilkis o Belkis, la famosa reina de Saba, dedujo que el arquitecto Hiram dominaba más conocimientos que el vago irresoluto de Salomón, a quien sólo lo conocía de oídas y a través de regalos impersonales y que tenía fama de sumar mujeres a su harén, como quien colecciona figuritas para su álbum. Era lógico: en tierras de la reina de Saba, que ella terminase hechizada por el iniciado Hiram y que surgiera un apasionado y tórrido amor, hizo enfermar de celos al inepto, poco sabio y charlatán hasta la médula, tonto como un alcornoque y hasta sifilítico rey Salomón.

Al haber integrado el ingrediente de la pasión, se explica por qué murió Hiram, cuando no terminaba la obra en ejecución (un templo más de otros tantos). Los asesinos, conocidos en plural como Juwes, se integraron como parte de una leyenda alegórica, de los cuales habría dos mudos testigos, las columnas Jaquim y Boaz (una jónica y otra dórica). La relación Belkis-Hiram encendió más que iras de un minusválido mental como Salomón, ya corrompido con el paso de los años, su harén (según él, incompleto), vuelto materialista y con los síntomas avanzados de la sífilis. De Belkis nacería Menelik I, más hijo de Hiram que del malogrado Salomón. Lo de Belkis-Hiram trascendería más allá de la muerte. Se supo que años después, se presentó en la corte de la reina de Saba un joven, quien sin muchos aspavientos, cayó rendido en los brazos de una Belkis ya mayor. Ella lo reconoció sin mediar palabra alguna: era Hiram, transmigrado y luego de haber traspasado las barreras del más allá, para volver a los brazos de su amada Belkis.     

domingo, 10 de marzo de 2019

4

¿Quién eres? 52-49-43-64-66 ¿Quién era esa diosa que acudió a tu aviso? 52-49-43-64-66 Te lo digo desde el principio de hoy y los tiempos venideros: evita a los de Draco, no te irá nada bien aliarte con ellos, no te metas en el lío. Se están cometiendo tantos crímenes en su nombre. Pero de eso no debes preocuparte: suceden en un lugar lejano y árido, donde no llegan las noticias con regularidad y todo es caos, día tras día.

La muerte es insuperable, sobre todo para los que estamos acá. A los que se van, no les interesa volver o saber de este mundo: retornan a la memoria olvidada de lo que fueron, son y serán. Invocar a alguien me parece una estupidez volitiva y más, si lo haces con el signo de Júpiter con las piernas genuflexionadas como si te asemejaras a Le Pendu, el colgado del tarot de Marsella.

Júpiter era una masa inerte de un planeta sin vida. 52-49-43-64-66 Cincuenta y dos cuarenta y nueve cuarenta y tres sesenta y cuatro sesenta y seis. Que ella se presentara como la menor de Ma'at pudiera ser invención original. ¿Cómo sabes si era ella realmente? ¿Y si acaso fuera un espíritu del Bajo astral que esté jugando contigo? Es que te metes en cada lío. Cincuenta y dos cuarenta y nueve cuarenta y tres sesenta y cuatro sesenta y seis. Involucraste a los fraternii colombianos. Dos de ellos morirán, o murieron por causa tuya, cuando cerraron el portal,  permitiendo la huida de los de Draco. 


Te vuelvo a preguntar: ¿quién eres Sabinarrosa? ¿Quién eres? Cada paso que das, generarás caos. Cincuenta y dos cuarenta y nueve cuarenta y tres sesenta y cuatro sesenta y seis. Pecaste de ingenuidad entrando a ligas mayores, donde las fuerzas no son de esta naturaleza. Sesenta y seis sesenta y cuatro cuarenta y tres cuarenta y nueve cincuenta y dos. Tienes suerte que no te conocerán los zinguruts ni te ubicarán. No te corresponde, todavía, saber qué pasará con todas las almas que cruzaron el segundo portal. Los de Draco tenían intenciones oscuras, caíste junto con los fraternii ¿Quién serás, Sabinarrosa? Materia eres, trasciendes, pero encontrarás un juicio pendiente sobre tu cabeza (es un decir) por los 280,000. No eres genocida, no adquiriste los 1,000 de Saúl el rey o los 10,000 de David versus Goliat. Lo tuyo no tiene comparación: 280,000. Algo tendrán que hacer los de arriba, si es que te permiten reencarnar de nuevo, Sabinarrosa. 

Despiertas agitado. Recuerdas en medio del sopor una región árida y lejana. Se cometían muchos crímenes, la mayoría de ellos inexplicables. Escuchaste a los lugareños mencionar sobre ángeles de la muerte (no precisaron cuántos rondaban). Luego de poseer el cuerpo de una persona, ésta moría irremediablemente. Recuerdas a Surimi. Recuerdas, en especial, un detalle en forma de pregunta. ¿Puede una diosa no verse reflejada en un espejo, más si en la preparación de segunda superficie, en la aleación de plata hubo amalgama de estaño como azogue sobre el cristal transparente? Un espejo de Venecia, reflejaba nítidamente todo lo que estaba al frente, pero ella no aparecía del otro lado del cristal.

sábado, 9 de marzo de 2019

5

Serían las tres de la mañana, cuando despertaste sobresaltado por tener un supersueño, de esos que duran apenas un segundo cuando cabeceas y ves tanta información, que despiertas sobresaltado. Repasabas una lectura sobre mitología egipcia el cual ni avanzaba en tu investigación. Esa noche habías contactado por primera vez a Surimi. Andabas incómodo, con dudas mil y todo eso que viste en el supersueño. Te acordaste del espejo tiznado de hollín. Una forma de ver o intuir el futuro es la catoptromancia. Luego de unas prácticas necesarias, sentarse ante un espejo negro (mejor si es de obsidiana, para no depender del tizne que se desvanece o se raya mientras pasan los meses) se considera todo un ritual, que requiere mucha asimilación de lo que se verá, no apto para medrosos. 

Inducido por la visión de apenas un segundo, vislumbraste las mismas imágenes del supersueño. Pero esta vez consciente, como un espectador, con mayor detenimiento. Viste aquellos parajes áridos, gente que caía al suelo para no levantarse más. Sin saber el idioma de la zona, intuiste, como en el sueño, que se hablaba de los ángeles de la muerte (¿cuántos eran?). Algunos huían desarrapados hacia la incertidumbre del horizonte. Otros, presos del pánico, no sabían hacia dónde dirigirse. Una fuerza, que dejaba de ser invisible por  momentos, se iba apoderando de aquellos cuerpos para dejarlos sin vida, luego de unos ataques convulsivos. En medio de esas tierras lejanas, no eran nadie, no eran nada. Aquella fuerza se asemejaba a un remolino de harapos y humareda gris. Hasta que escuchaste ese grito desgarrador, mientras se ennegrecía el paisaje. No de una, sino de varias almas al unísono. Podían verte, Sabinarrosa, clamaban por tu aura o tu brillo, por eso te perseguían. Pero tú no veías nada. Pedían tu luz, 
para salvarse ellos o para hundirte. 

Decidiste salirte de aquella absorbente visión del espejo negro. No estabas solo, alguien más vió lo mismo que tú, eso es lo que percibiste, pero no podías reparar quién era o qué. El día clareaba. ¿Cuánto tiempo habrás estado inmerso en esa pesadilla? Nunca se sabe con el Bajo Astral. Con las fuerzas misteriosas no se juega, si te atrapan, no hay forma que te liberes, sino con un pacto de sangre o álmico. El espejo tiznado era un portal que requería voluntad para activarlo. Y mayor fuerza para cerrarlo, sino te verías en problemas, si dejabas pasar algunos espíritus. Estabas inapetente para el desayuno. Muchas dudas rondaban en tu cabeza, a la luz de lo que viste, Sabinarrosa.  

viernes, 8 de marzo de 2019

6

Ellos debían tener un seguro astral para evitar a los psicopompos. Pero ya lo habían hecho, no una sino varias veces. El alma de Henri en el cuerpo de Julia, mientras era invadido por ella, el alma de Julia, cuando intercambiaban de cuerpo. Henri sentía tantas cosas nuevas dentro del cuerpo de su novia. Julia no podía decir lo mismo, pero se sentía muy ligera al no llevar los dolores de senos. Ambos representaban el ideal tan ansiado por siglos: el amor hermafrodita, donde comparten y disfrutan los mismos -recalco: los mismos placeres-. Solo que no eran hermafroditas, sino mitad de almas gemelas, experimentando el intercambio de almas, desde unas horas previas al enlace carnal.

Explicar el proceso de la transmigración es largo de detallar, y hasta complicado al usar términos complejos derivados de la alquimia y el new-age especializado en este rubro. Desde luego que todo se basaba en práctica constante y no lo que dijera un grimorio o un manual para dummies. Pero lo de ellos era intenso. Eran el convencimiento total que no había ningún cielo y ningún infierno, se atrevían a gozar plenamente, según en el cuerpo que estuvieran, mientras lo pasaban bien -a su manera-.

Quien experimentaba mucho mejor el cambio de cuerpo era Henri, podía lidiar con las múltiples sensaciones novedosas para él. Julia no estaba muy convencida de la mudanza, menos alcanzar una plenitud inmediata y reducida, lo que dura la combustión de un fósforo que se apaga al instante. Pero librarse por unas horas del dolor de espalda, derivado de una tenue escoliosis por la que lidiaba por varios años, era más que meritorio.

El intercambio de roles los llevaba hacia un nivel muy sublime, de los que probablemente fueran los pioneros en alcanzarlo (no se sabe con certeza de algún tratado de medicina china donde estuviese mencionado la misma precisión de la transmigración que experimentaban ambos). No requerían el recurso de jarabes o brebajes alucinógenos. Lo de ellos era demasiado intenso, jamás alcanzado por una cota elevada de aquellas parejas que experimentan la vida al máximo, sea viajando o probando experiencias fuera de lo común.

Lo que buscaban era iniciar a una tercera o a otra pareja, en estas artes de los viajes astrales y el intercambio de cuerpos, mediante las transiciones de la transmigración entre "cáscaras" o los cuerpos de los amantes. Estaba por verse. No era fácil buscar a alguna pareja con esas características. Menos publicarlo en un pasquín de reducido tiraje que contara con avisos de contactos y citas. Debían usar otra manera. Pero lo encontrarían: la intuición es un camino y derrotero muy optimista para lograrlo. 

jueves, 7 de marzo de 2019

7

¿Hay algún lugar, en el mundo, donde respeten a las mujeres, las hijas de Isis, de Ma'at? Donde son esclavas, servidoras de sus amos, tratadas como objetos, residuos, peores que la escoria, clamando tantas veces ellas en silencio o en sollozos, la desgracia de haber nacido femenina, de ser abusadas, explotadas, hacerlas trabajar hasta la extenuación y la inanición. Aguantar las pataletas, cargar hijos como el castigo más irreprochable, no poder librarse de las pesadas cargas, estar encerradas o no poder comadrear, aguantar las tantas infidelidades o los discursos ridículos de fidelidad declarada, pero que a la larga son tantísimas las rayas de la hipocresía, el callar andando ante los insultos, el no poder manifestar su corporalidad ligero de ropas o pieles, asumir para toda la vida el rol de sumisas sin derecho a chistar, reclamar, reir o incluso llorar demasiado fuerte, para evitar los apaleamientos o más días de encierro. 

A Dinah la echaron a la calle de un momento a otro. 

Los doctos hombres, son esclarecidos religiosos llamados zynits. Predican y leen la palabra del libro sagrado llamado el Zuhit. Todo lo que ordena el Zuhit es acatado sin modificar nada. Si dice a, b, c, y d, no hay e, f, g o h. Solo a, b, c y d. Si no, se aplican cláusulas prácticas por desobedecer la palabra sagrada y generar rebelión o herejía ante lo divino. Entre sus preceptos, inventados por cierto, no está visto como malo maltratar y tratar a la mujer como poca cosa, sino como un aliciente a que desempeñe su rol de sumisa. Los zynits son fuertes. Cada martes, o tercer día de la semana, practican el ayuno, deben dejar sus trabajos e iniciar el peregrinaje hacia el ziggurat más cercano, donde se hallan reunidos desde las primeras horas del día, los demás hermanos zynits. No se admite a ninguna mujer en esos torreones de piedra y barro seco, construido lejos de las poblaciones para adquirir un tinte de lugar sagrado. Los rituales son simples, donde el resto del día se echan a dormir en los descansos, comentar algunos pasajes del Zihut, comer frugalmente y esperar a que se esconda el sol, cuando se hace el último de los rituales y la mayoría de los zynits retornan a sus hogares, donde se supone les espera la cena recién servida y los servicios de su criada-esposa-esclava.

Dinah pasaba hambre y las inclemencias del día soleado, sin agua, vagabundeando sin rumbo fijo.

¿Todos se van de los ziggurats? No, apenas se queda un reducido círculo de priestes, mal llamados sacerdotes, porque el celibato o la santidad ni les va, ni conjuga con ellos. Son aquellos que deciden las reglas y nuevas disposiciones de la población sobre la cual detentan el poder. Lo que se repite una y otra vez hacia el futuro: jamás hubo enlace divino entre los dioses y los hombres, para temas de dirección de política y castigos. Ese infierno lo imponen los propios hombres, faltos de afectos, cariño y misóginos en toda su regla. Los que se quedan en la cúspide del ziggurat han de iniciar a la hora precisa, una serie de rituales nocturnas, del cual nada se conoce. Sus oscuras intenciones surgen en estas reuniones.

Dinah, por cuestiones del infortunio, fue arrastrada al ziggurat más cercano. El hambre le carcomía por dentro. Esperanzada que luego se retiraran los priestes, encontraría algo de comida o lo que fuera. 

Los ziggurats apenas contienen una explanada en lo alto, y las graderías que tapan la ridiculez del montículo. Los zynits los construyeron a propósito, para establecer cercanías con sus dioses, de lo cual uno de ellos fue el autor original del Zuhit. Para hablarse de tú a tú con ellos, había que construir una plataforma de mayor altura, para estar en contacto con las estrellas. Aquellos priestes, los cuales podía ver Dinah, escondida entre los matorrales, ejecutaban un ritual que no tenía cuando terminar. Apenas si escuchó unos quejidos, un golpe seco y algunas oraciones que no cesaban durante la operación. A los alrededores no había nadie más. Solo ella, escondida en la espesura de las plantas, y los priestes, en lo alto del ziggurat que parecían estar cortando algo. Las horas avanzaban, la luna en creciente, cuya luz era débil, iba acompañada de las extrañas formaciones de algunas estrellas fijas, que se movían en otra dirección.


Dinah fue echada a la calle, la acusaron de un robo que no cometió. Le tenían ojeriza desde hace tiempo, encontraron la excusa para arrojarla sin sus pertenencias. Y ¡hala!, la tienes ahí espiando en busca de comida.

Debido a la larga espera, se le entumecían los músculos de sus piernas y adoptaba una nueva posición vigilante. Sintió pasos, señal que bajaban aquellos hombres. Esperó un rato por precaución, no fuera que uno de los priestes regresara por si se olvidó de algo. Subió con cuidado la escalinata, la poca luz de la luna la guiaba en sus pasos. Cuando subió a la explanada, no encontró fruta o migas de pan ázimo. Apenas divisó algunas vísceras y manchas de sangre. Decepcionada, vio un misterio revelado, pero sin entenderlo. No se sabía con certeza qué ocurría en lo alto de los ziggurats, era un secreto mantenido a medias. El trote de subir con miedo el ziggurat, sabiendo que es lugar prohibido para mujeres, más la angustia de no encontrar algo qué comer, la hicieron rendir sus fuerzas y dormitar lejos de aquellas vísceras. A la mañana bajaría y buscaría comida en otro poblado, caminar por el desierto de noche era exponerse al peligro.    


miércoles, 6 de marzo de 2019

8

En el tarot de Marsella ocurre un asesinato. Ocurrió y siempre ocurrirá el inevitable asesinato del Emperador. El problema es que condenan al personaje equivocado: la lámina de Le Pendu o El Colgado, insiste que es inocente y que ha sido injustamente condenado a estar colgado por un acto que no cometió. Quienes mataron al Emperador se trata de una pareja, no uno solo. La carta de la Muerte, la que aún lleva tiras de carnes en su fisonomía, enojada indica quiénes son los dos culpables. Pero la carta de los Enamorados confunden la revelación. Lamentablemente, este mundo está muy emparentado con la relación Tanatos-Eros. Genera una fuerza de crispación que confunde la correcta lectura del asesinato que, todavía está por cometerse, en una fecha incierta del medioevo.

El tarot es la máquina de imaginar, el artefacto que perdurará por los siglos y que guarda demasiada simbología. Algunos aducen que elaborar un tarot propio, iría más acorde a su forma de trabajar y leer, sea el pasado o el futuro. Por eso es que hay tantos nombres de autores como tarots sea posible: el de Visconti-Sforza, el de Eliphas Levi, el impreso en Marsella, el de Papus y el de Rider que fuera impreso por Waite con las ilustraciones de la artista Colman, el de las hadas, de los dragones, entre otros más modernos.

Pero lo cierto es que el tarot no sirve solo para predecir el futuro (poca cosa), cuando en verdad tiene otras potencialidades, aún latentes, aún desconocidas del todo. Leer el tarot como si fuera un libro, es entender el significado profundo que encierran las láminas: el mensaje solo para iniciados, así como el Fausto de Goethe, La flauta mágica de Mozart o Las bodas alquímicas de Christian Rosenkreuz. A pesar de las variaciones entre un diseño y otro, del orden de los personajes entre un tarot y otro, el mensaje prevalece y nos narra una historia que perdura con el paso de los siglos.

La muerte del colgado (Le Pendu) no es sino una metáfora, ¿la muerte del ego quizás? Pero si entreviéramos, donde parece que estuviera colgado, es en realidad un féretro en el que es transportado. En el aire o entre dos columnas, es un transporte hacia otra fase de su vida.

En el caso de la torre que es atacada por un rayo superior, se nos habla de un hecho inminente, del cual no hay mayores noticias. Apenas si sobreviven los hechos en la lámina. Una fuerza exterior busca o pretende destruir la torre, hundirla, aún a costa de quienes lo construyan o la cantidad de personas implicadas en su elaboración. La pregunta es: esa fuerza, que viene de arriba, ¿qué refleja? ¿por qué aniquila y hace volar por los aires a dos obreros? ¿qué es lo que pretende destruir?

martes, 5 de marzo de 2019

9

No duermas. Despierta. Eres la indicada a quien busco. Despierta... Escuchas esa voz, con un eco lejano, distorsionada, no es propia de esta naturaleza aquella voz... Sientes un tam-tam, son los latidos de tu corazón acelerado que interrumpe tu sueño. Te habla aquella voz, dice: Mira...  53-38-61. Te vuelve a hablar: 53-38-61. Te presento esto que verás. Esto es tu pasado. Ves imágenes que no recuerdas o que no asocias contigo. Ves el fuego. Aquella luz era cegadora y siempre lo será cada vez que la evoques en tu recuerdo. ¿Recuerdas el agua fluir como un manantial sin pausa alguna? Ves la tierra, la vida misma, representación de la fertilidad. Un lugar con bastante vegetación. ¿Recuerdas este lugar? Fuiste desterrada de ahí. Ahora mira lo que harás de aquí en adelante... Veías imágenes nuevas para ti, no entendías nada, a veces te veías a ti misma y luego era otro lugar con mucha gente oyéndote, otro escenario donde te enfrentabas a un grupo de corpulentos hombres que rabiaban ante tu presencia, imágenes inconexas que marcarían, sin que supieras, tu destino... Estabas presenciando tu misión, aunque en ese entonces no lo sabías. No temas. Estoy contigo. Estaré a tu lado cuando debas enfrentarlos. Te acompañaré siempre que me invoques. Te erigirán un templo, que luego será destruido. Pero luego mandarás construir otro... No temas, todo está escrito para que se ejecute hasta donde debas llegar. Cincuenta y tres treinta y ocho sesenta y uno. A pesar de tus temores y la timidez que te caracteriza, destacarás por sobre todos y te escucharán, no cientos, sino miles. Te daré el poder de la voz, para que les reveles la gran verdad, y los dejes sordos a quienes no te entiendan... Les revelarás la real naturaleza de los zynits. Sí, cantarás a viva voz y a todos los vientos: ellos son crueles y no practican una verdadera devoción. Contra ellos cargaremos nuestros esfuerzos para reducirlos, no adoran a ningún dios, a ninguno de los que dicen formar su falso panteón, sobre los cuales ejecutan sus mandatos y ordenan hacer donde ninguna voz sagrada les indicó ejecutar. 53-38-61. Te redimirás ante quienes te expulsaron a la calle, aquellos querían desaparecerte y que murieras... Acá estoy, no te agites demasiado, lo que ves te será explicado y recordado en los días por venir... Con esta luz recibirás los primeros mensajes. Te guiaré en tus pasos. Sentirás este ligero temblor en tu brazo para que escribas, aunque no sepas escribir, sabrás leerlo. Aunque no tengas memoria de momento, lo tendrás cuando debas mantenerte firme en tus discursos y saber lidiar contra las pifias y las argumentaciones que escucharás siempre en tu contra... No temas. Eres muy valiosa para el papel que te tocará representarme de aquí en adelante. Te escogí en el momento indicado y en el tiempo adecuado. Nuestra meta será borrar de la faz de la tierra a todos los zynits. Este será nuestro secreto. Shhhh... Oyes el eco de aquella voz, los últimos ruidos desvanecerse, como estar abstraída entre el sueño y a medio despertar. Has visto demasiado y te tomará tiempo absorberlo, hacerlo tuyo y comprenderlo. El tam-tam se va relajando. Recuerda, todo esto no ha sido un sueño, he sido yo quien te habló. Confía en mi, juntas llevaremos adelante la misión que nos toca emprender desde aquí y ahora. Pero descuida, todo se dará según deba darse, te escucharán y te seguirán, tendrás fieles que te adorarán y cuidarán mucho de ti. Da el primer paso. Te guiaré desde aquí atrás... Despierta.  

lunes, 4 de marzo de 2019

10

(...) Han de encontrarlo y realizar labores junto con él, en algún punto del Lugar del Este (sic). Id sin temor hacia el sur, los caminos se están ajustando para que lleguen a la salvedad necesaria dentro de los tiempos sincronizados que les preparamos para ustedes. Sobre las labores a ejercer, se requiere una preparación especial (...)

Con amor, Xerndran.


Un mensaje canalizado en el mes de enero de un año incierto. Sería el inicio de una peripecia.

domingo, 3 de marzo de 2019

11

Se dice que el sello o la marca de la profecía es un signo marcado (un lunar o una cicatriz) entre los hombros, el cual todos los profetas sin igual, lo habrían tenido, en algunos más pronunciado que en otros. En el caso de Zhaba, era un lunar en forma de islote o de cañón, apuntando hacia el hombro derecho. Apenas si podía verlo, pero la marca estaba ahí, era palpable. A Zhaba le correspondía ser, de ahora en adelante, la profeta de una diosa cuyo nombre aún desconocía. 

Hay profetas de todo tipo. Aquél veía proyecciones de un futuro ilusorio, mientras le daban arcadas de náuseas y tenía esas visiones vomitando. Aquella abuela casi ciega, predecía sobre edificios metálicos del futuro que se verían bien alineadas, pese a que ella nunca ha visto una construcción similar en toda su vida. Incluso ha predicho sobre sucesos que ocurrirán hasta el año 5000, despertando suspicacias sobre sus predicciones, con respecto de la humanidad entera.

Aquél otro predecía con la corteza quemada de los caparazones de tortugas muertas. Alguno veía en sueños, lo que iba a ocurrirle al día siguiente o a los dos días. 

Aquél se inspiraba luego de oler fuertemente un ramo de rosas, se decía que era el aroma oficial del Arcángel Shamuel. Partiendo del recuerdo frecuente de ese aroma, podía ver algunos sucesos del futuro, e incluso del pasado de la persona que le trajo el ramo. 

Aquella muchacha tenía frecuentes zumbidos agudos en el oído izquierdo, señal que tenía una ligera crisis de tinnitus. Cuando sonaba el zumbido, se concentraba en aquellas imágenes geométricas tan coloridas, que le indicaban lo que tendría que hacer de acá a un mes o a los tres meses. 

Aquella madre mientras cantaba, entraba en trance y veía chispazos inmediatos de incidentes que ocurrían en una hora o dos. 

Una vecina suya recurría a una estratagema aprendida: amarraba con un pabilo entintado de rojo un poco de algodón recién recogido (y si no había, lana de oveja recién trasquilada) y luego lo quemaba todo. Con ayuda de unas pinzas, sostenía el algodón o la lana y de entre las cenizas, veía algunos signos proféticos. 

La profecía, como se ve, no es exclusivo de una región o de una cultura, solo que es un tema que no se aborda ampliamente, menos si se publica y estudia en ámbitos académicos. Apenas encuentras un paper o un ensayo como estudio antropológico, y más como un tema desencantado tocado de manera somera, por algún teólogo o pastores y feligreses de alguna secta.  



Llamadme la profeta Zhaba, soy la que traigo la nueva luz y la verdad de nuestra venerable diosa. 

sábado, 2 de marzo de 2019

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La eternidad de las almas. Dos que se encuentran sabrán que será para siempre. No importa la putrefacción de los cuerpos, estas dos almas se encontraron y serán una sola cuando se funden en el orgasmo divino de volverse un ser completo, de ser luz divina olvidando ser materia de barro. 

Con la inmortalidad a cuestas, dejarían pasar los siglos a su alrededor e impidiéndose mutuamente no regresar a la Fuente Original. Intercambiarían los papeles: él, Isnard, una mujer en una vida, ella, Elouise, asumiría un rol masculino, para en la siguiente generación, ella volvía a estar dentro del cuerpo de una mujer y él la buscaría galantemente, sin importar el entorno. 

Fueron lombardos antes que franceses; de éstos en pleno estallido de la Revolución Francesa y conocieron brevemente a Diderot; se fueron luego a la zona septentrional del Yukón para posteriormente pasarse a Irkust (o cuando Irkust existía, hoy seguramente reducido a una ciudad con canales); fueron peregrinos saharahui de largas caminatas en duros y ásperos entornos; fueron campesinos griegos (viviendo una miseria, pero felices); fueron turcos cuando lo de Kemal Ataturk; no fueron persas pero recorrieron todo el América del Sur poseyendo cuerpos momentáneamente (no más de dos años, coincidiendo con una matanza sistemática entre ideologías contrarias y tiempos de dictaduras); ahora seguramente asentados en Timor Oriental o Vanuatu, quién sabe de donde se desarraigarán cuando les toque la luna mortecina, anunciando el momento de dejar los cuerpos viejos para pasarse a otro nuevo, en pareja. 

Se tenían prohibido poseer gemelos o mellizos: las consecuencias en la adultez serían bárbaros. Había que huir cuando veían a los psicopompos, disfrazados como una bandada de canarios o una jauría de perros. Isnard y Elouise habían conocido tantos nombres, tantas caras, tantos lugares y sin embargo, mantenían la misma chispa, de cuando se entrevieron inmortales, el uno para el otro, el uno hacia el otro.

viernes, 1 de marzo de 2019

13

La palabra exacta no es profetismo, pero ésta ya no se hace por mandatos divinos o a través de ángeles que vienen a confundir la labor de los antiguos profetas y tergiversar un mensaje que debe ser transmitido a la humanidad entera (si tiene la capacidad de buscar, leer y entender). 

No los llamemos profetas, sino antenas, canalizadores o médiums. Apenas son portadores del mensaje. Mensajes que serán fuertes, claros y directos, sin engolosinamientos o metáforas incomprensibles, que se tergiversan con el paso del tiempo y las interpretaciones subjetivas. Las cosas como son, aunque no tan fácil de transmitir: las ideas que reciben las antenas es a través de la telepatía, con la entidad de quien reciben el mensaje. Lo problemático está en la traducción literal del mensaje, dependerá mucho del antena, que luego lo transmitirá: del mundo de las ideas, que es un lenguaje compuesto de ideas que se recaban en la glándula pineal del contacto telepático con la entidad superior, al mundo del logos o la realidad del lenguaje escrito y hablado, muy limitado por cierto.   

Surge entonces el "dilema del profeta" que lo planteamos a través de las siguientes preguntas: ¿hasta qué punto puede una persona analfabeta, estar preparada para transmitir un mensaje escrito, el cual no podrá leerlo cuando salga de su trance o contacto? 

¿Hasta qué punto puede un profeta transmitir un mensaje limpio de elementos y símbolos religiosos, que se acaten a la realidad inmediata de su tiempo y contexto geográfico en que debe ser transmitida? 

¿Hasta qué punto agrega un profeta mucho de su bagaje o cosecha propia, cuando el mensaje es incompleto o incomprensible y se genera la tergiversación del mensaje original, escribiendo así otra cosa, otro mensaje, 'firmado' por la entidad contactada?

¿Hasta qué punto puede un profeta ateo hablar y narrar un mensaje con símbolos de paz y amor, o viceversa, un profeta contagiado de mucha religión lava-cerebros y transmitir mensajes de odio, exclusión, instar a la guerra disfrazada de santa o emprender una cruzada, la sedición y otros elementos similares? 

¿Hasta qué punto podremos confiar en un profeta, si en verdad no ha recibido mensaje alguno y haya generado uno propio, para resolver una cuestión terrenal del momento y hacerlo pasar como la nueva revelación? 

¿Hasta qué punto se le puede creer a un profeta si en verdad lo que dice, ya lo haya leído de otra fuente anterior y lo hace pasar como suyo, pero transmitido por la entidad a la cual ha contactado?

¿Hasta qué punto un profeta indica pautas de odio y xenofobia para todos aquellos que no son parte de su legión ni aceptan su 'palabra', y busca hacer proselitismo de más fieles o captar más adeptos?

¿Hasta qué punto se puede diferenciar a un profeta de un esquizofrénico, siendo éste último un fenómeno estudiado con asiduidad en el campo de la psiquiatría, sindicando las dolencias de su cerebro, para declararlo enfermo y que requiere tratamiento urgente?

Las diferencias, con respecto de las antenas son abismales. 

Nunca hay una antena sola. Viene por pares. El mensaje que recibe una antena, también lo recibe otra, en el mismo lugar de reunión o en otro punto geográfico distante. 

Los mensajes, transmitidos en forma de ideas y por la vía de la telepatía, pueden ser presenciados (en silencio para no interrumpir) por otros testigos e incluso alcanzarle preguntas en el momento, para que responda la entidad (mayoritariamente alienígena, aunque también maestros ascendidos y avatares).  

Los antenas manifiestan un ligero temblor en la mano mientras redactan el texto. No siempre son imágenes, sino también un dictado pausado. Hay feedback o retroalimentación, es decir, un diálogo. 

El mensaje recibido por un antena, puede ser confrontado con otro mensaje recibido, por otra antena, o incluso más, que estuvieran concentrados y recibiendo el mismo. Por eso es importante la conexión con el internet: a través de los correos electrónicos se permite hacer una base de datos y confrontar un mensaje con otro. 

Un comunicado, mensaje o canalización no redunda en detalles impracticos: responde lo puntual, si es que se realiza una ronda de preguntas. Indica las pautas a realizar, si es que se avisa de alguna próxima actividad o un trabajo de luz o meditación en favor de una causa. 

A través de los comunicados, se recoge nueva información que hace quedar obsoleto lo ya publicado en libros, papers y enciclopedias. Incluso pone en duda, revisión y desacuerdo los viejos paradigmas que venimos arrastrando de años atrás, contra lo nuevo que se revela, que tomará su tiempo para asimilarlo. 

Los mensajes son para tomar y dejar. No forman parte de un corpus el cual debe ser reverenciado, considerarlo palabra sagrada o hacerlo parte de un ritual sectario. A quienes les llame la atención, podrán compartirlo o leerlo, pero sin incordiar o incomodar a nadie. El proceso de entendimiento y evolución lo hace cada uno desde su interior.

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¿Quién eres, Sabinarrosa? ¿Quién eres tú? ¿Qué representas bajo la carta de La inspiración? ¿A quién le debes, a quién rendirle pleitesía me...