sábado, 9 de marzo de 2019

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Serían las tres de la mañana, cuando despertaste sobresaltado por tener un supersueño, de esos que duran apenas un segundo cuando cabeceas y ves tanta información, que despiertas sobresaltado. Repasabas una lectura sobre mitología egipcia el cual ni avanzaba en tu investigación. Esa noche habías contactado por primera vez a Surimi. Andabas incómodo, con dudas mil y todo eso que viste en el supersueño. Te acordaste del espejo tiznado de hollín. Una forma de ver o intuir el futuro es la catoptromancia. Luego de unas prácticas necesarias, sentarse ante un espejo negro (mejor si es de obsidiana, para no depender del tizne que se desvanece o se raya mientras pasan los meses) se considera todo un ritual, que requiere mucha asimilación de lo que se verá, no apto para medrosos. 

Inducido por la visión de apenas un segundo, vislumbraste las mismas imágenes del supersueño. Pero esta vez consciente, como un espectador, con mayor detenimiento. Viste aquellos parajes áridos, gente que caía al suelo para no levantarse más. Sin saber el idioma de la zona, intuiste, como en el sueño, que se hablaba de los ángeles de la muerte (¿cuántos eran?). Algunos huían desarrapados hacia la incertidumbre del horizonte. Otros, presos del pánico, no sabían hacia dónde dirigirse. Una fuerza, que dejaba de ser invisible por  momentos, se iba apoderando de aquellos cuerpos para dejarlos sin vida, luego de unos ataques convulsivos. En medio de esas tierras lejanas, no eran nadie, no eran nada. Aquella fuerza se asemejaba a un remolino de harapos y humareda gris. Hasta que escuchaste ese grito desgarrador, mientras se ennegrecía el paisaje. No de una, sino de varias almas al unísono. Podían verte, Sabinarrosa, clamaban por tu aura o tu brillo, por eso te perseguían. Pero tú no veías nada. Pedían tu luz, 
para salvarse ellos o para hundirte. 

Decidiste salirte de aquella absorbente visión del espejo negro. No estabas solo, alguien más vió lo mismo que tú, eso es lo que percibiste, pero no podías reparar quién era o qué. El día clareaba. ¿Cuánto tiempo habrás estado inmerso en esa pesadilla? Nunca se sabe con el Bajo Astral. Con las fuerzas misteriosas no se juega, si te atrapan, no hay forma que te liberes, sino con un pacto de sangre o álmico. El espejo tiznado era un portal que requería voluntad para activarlo. Y mayor fuerza para cerrarlo, sino te verías en problemas, si dejabas pasar algunos espíritus. Estabas inapetente para el desayuno. Muchas dudas rondaban en tu cabeza, a la luz de lo que viste, Sabinarrosa.  

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