jueves, 21 de febrero de 2019

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Busco un secreto. Si lo develo, dejará de ser un secreto. Si me lo guardo, sigue siendo un secreto. Si alguien me lo revela, sigue siendo un secreto y sería un iniciado en su secreto. Si lo revelo, sería una traición a ese alguien por revelarme su secreto. La naturaleza guarda secretos fuera de la comprensión humana. Cuando el secreto es oscuro, se vuelve hermético. Si no es oscuro, sino que siempre estuvo en evidencia delante de todos y nadie se dio cuenta, es que ha sido el secreto mejor guardado de todos los tiempos. Cuando el secreto adquiere distintos tenores y colores, es que se habla de la institucionalidad del secreto: un secreto burocratizado. Habrá alentadores para volver a las iniciaciones de antes, al secreto mejor guardado y con menos integrantes y guardianes del secreto, pero eso implica eliminar a personajes incómodos para mantener la seguridad del secreto, donde se confunde con historias de asesinatos, crímenes sin resolver y la aplicación de lógicas absurdas del por qué tuvieron que eliminar a este y no al otro. El secreto seguirá siendo secreto hasta que venga el iniciado correcto y lo devele en su preciso momento. Mientras tanto, nada sabemos del iniciado. ¿Cómo será? ¿Cómo sabremos que es el indicado? ¿Quién lo dejará para que desvele los pesados cortinajes de lo hermético que protegían al secreto? Decíamos que la naturaleza guarda secretos aún incomprensibles para el ser humano. Los alquimistas quisieron acercarse a sus profundidades, a sus raíces y bases, pero luego se enfrascaron en la tertulia imposible del huevo filosofal y de otros albures. Es decir, se distrajeron, o los distrajeron del camino original, lo cual es más escandaloso por el tiempo perdido. Al no sonsacar nada de ahí, hurgaron las esferas celestes en busca de otros secretos aun magnánimos, inmensos como la imposibilidad de meter todo un océano en un agujero, al querer ver que podrían predecir el destino de los hombres con el curso itinerante de las constelaciones de las estrellas, que no se mueven y están fijas desde la óptica aberrante del suelo terrestre cubierto por la atmósfera. Hay secretos insondables. Abiertos como el universo entero o cerrados como una cueva camino a un túnel intraterreno. Habrá secretos nuevos y fabricados cada día, pero de los superficiales y que se venden como escandaletes en los medios. Sin embargo, hay otros que no necesitan días, meses, lustros o siglos. Son inmutables y permanentes. Son complejos de entenderlos, eso requerirá un tiempo largo de aprendizaje como iniciado, para luego ascender al siguiente nivel y seguir asimilando nuevos conocimientos. No hay maestros de secretos, sino guardianes de los mismos. A algunos de ellos los llaman altomisayoq. Sus nombres son variables segun la geografía y el tiempo, porque en esto de los nombres es relativo todo, según el contexto en que se desenvuelve. Pero la esencia es la misma, develada en distintos idiomas, en distintas comprensiones del lenguaje según el tiempo, según el espacio. Hay secretos que tumban imperios y matan reyes. Hay secretos que ascienden personajes desde lo más bajo. Hay secretos para dominar a otros secretos. Incluso el secreto para dominar una humanidad entera. Todavía más excelso, para dominar el origen de un universo completo y gobernarlo todo. Un secreto puede luchar contra otro secreto. ¿Cuál de los dos vencerá y contará su versión de los hechos? ¿Qué hará el secreto renegado y que perdió? Cuando Vercingétorix tiró su escudo a los pies del César, hubo un secreto que todos pasaron por alto, pero ahí estuvo presente. Cuando un lamed waf muere, se lleva consigo gran parte de un secreto que compartió con otros 35 lamed waf. El mundo entonces debe restituirse, hasta encontrar al 36avo lamed waf y volverá a su equilibrio de siempre. Cuando un monje lama indicaba los pasos para su próxima reencarnación, sus adláteres estaban pendientes de llevar a cabo el ritual indicado según el Bardo Thodol, que se llevaría a cabo para encontrar entre los bebés que nacieron en las proximidades, para reconocerlo. Era un secreto ritualizado, no de todos los días: el secreto de la invencibilidad ante la muerte, es decir, la inmortalidad. Hay secretos eternos cuya duración es la de un eón y secretos macroscópicos de apenas un nanosegundo. Hay secretos perdurables, como las del Kybalion o la tabula smaragdina, o escritores que se empapan superficialmente de algunos temas profundos y lo convierten en libros de autoayuda (el secreto extendido hacia su banalización o popularidad). Hay quienes creen tener un secreto, cuando en realidad hay evidencias que confirmarían que no lo es, o dejaría de serlo si saliera a la luz, pero hay quienes callan sobre el dilema que rodea a ese secreto, y se convierte en un secreto de ese secreto. Y sin embargo, busco un secreto. No para desvelarlo, no para aprenderlo ni retenerlo, sino para liberarme... 

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¿Quién eres, Sabinarrosa? ¿Quién eres tú? ¿Qué representas bajo la carta de La inspiración? ¿A quién le debes, a quién rendirle pleitesía me...